Se me hace difícil escribir estás líneas cuando aún siento la presencia de mi apreciado amigo, Ángel Custodio Burgos Mudarra, Vicepresidente de la Junta del Faro, Servicio Social Evangélico.
Su figura, insustituible. El ministerio que desarrolló en el Faro, inalcanzable para muchos, por cuanto pocos son los que trabajan con tesón y amor hacía el prójimo como él lo hacía. Persona afable, responsable, entregada, directa y con un saber hacer que pocos podrán imitar porque mires a donde mires, la huella de su ministerio ha quedado impregnada en la vida de muchas personas. A lo largo de 15 años, son muchos los hombres que han pasado por el Piso de Reinserción del Faro, y alguno de ellos, hoy pueden decir que conocieron al Señor porque Ángel dió testimonio de su fe. Sin pudor y con alegría compartió el amor que él había recibido con aquellos que se sentían cansados, abatidos, sin esperanzas… ofreciéndoles una oportunidad… caminando junto a ellos en los momentos más díficiles de sus vidas, pero nuestro Ángel, para aquellos que le conociáis bien, era incansable y luchador. Por ello, les acompañó, con el afán de lograr un futuro más esperanzador para sus vidas.
Noche tras noche, visitaba el piso para escuchar a los que nadie prestaba atención, a abrazar a los que sufrían, a establecer límites para evitar recaídas… Una y otra noche durante quince años… que rápido lo decímos hoy, pero que díficil será continuar su estela, por cuanto su bondad, generosidad y ministerio han traspasado fronteras que otros seres no somos o seremos capaces de realizar con la misma ilusión, dedicación y amor.
Definir a Ángel no es díficil, “un servidor del Señor”. Recuerdo, que todas las veces que he visitado la iglesia de Santa Coloma, en la puerta de entrada estaba él, para saludarte, acomodarte o prestar su ayuda en aquello que fuera necesario.
Que fácil fue trabajar con él, al menos para mí, en otras áreas como en el Departamento de Adolescentes de la Iglesia Evangélica de Cataluña, en el Faro, en los campamentos, repartiendo regalos a los niños de granjas, organizando eventos solidarios, etc… pero esto no lo digo sólo yo… cualquiera de los que leáis estas palabras podréis coincidir conmigo que él siempre estaba dispuesto a “dar” a “hacer” a “entregarse al otro”.
Para muchos, Ángel encarnó el evangelio mediante su ministerio. Dominaba el “trabajo de campo”… el “estar” y el “hacer”, nunca supo estar quieto… su energía abrumaba a cualquiera. También debo decir, que no estuvo sólo en su ministerio porque Rosa Mari y sus hijos le apoyaron siempre. Una família ejemplar que han sabido poner en primer lugar al Señor, y a mis ojos han hecho realidad las palabras de Josué 24:15 “yo y mi casa, serviremos al Señor”
Ahora, no tenemos a Ángel entre nosotros, pero si hay algo que sé con certeza, es que él deseaba que la obra social a la cuál dedicó más de quince años debe tener continuidad. Su deseo insaciable de ayudar a aquellos que tienen menos o simplemente no tienen nada era por lo que él había trabajado día tras día sin descanso. Su fe, inherente a su persona caracterizó su ministerio, obra y fe unidas es el legado que nos ha dejado.
Su “amor” estará entre nosotros, entre aquellos que realmente lo hemos querido durante su vida terrenal, y su ejemplo, tiene que ser una referencia para los que deseamos dar más a los que menos tienen.
Recordaré, a Ángel Custodio Burgos Mudarra, como un fiel seguidor de Jesús.
Débora Rodríguez Herrera
Directora y Amiga de Ángel Custodio
El Faro, Servicio Social Evangélico