En ocasiones la vida se rebela, se pone en nuestra contra. Son esos momentos en los que nuestros pensamientos están ocupados en los numerosos problemas, reales o imaginario –por los posibles-, que nos acosan punzando nuestras almas. Todo es confuso y oscuro. Pareciera que la vida nos devuelve mal por bien, de ahí que surja esa pregunta, siempre inoportuna, para la cual no encontramos respuesta, al menos respuesta inmediata: ¿Qué he hecho mal…?
Son momentos en los que no merece la pena acumular más dolor sobre el dolor intentando buscar respuestas… El único recuso que nos queda es el pensamiento que se refugia en Dios, no haciéndolo por cobardía, sino motivado por la convicción de que solamente en el Señor encontraremos algo de descanso donde podamos recuperar el resuello para perseverar en medio de la tormenta.
En ese momento sólo nos queda orar, “Señor, tú estás viendo mi situación, no te quedes callado; Dios mío, no te alejes de mí. Despierta, ponte en acción, hazme justicia y defiéndeme, tú que eres mi Señor y mi Dios” (Sal. 35:22-33). Sólo nos queda orar e intentar descansar en el regazo materno de Dios.
¡Soli Deo Gloria!
Pastor Ignacio Simal Camps